Ecuador: Jornada 12. De Tena a Quito.

Machacuyacu

Machacuyacu

Miércoles, 26 de Enero de 2011.

No paso una buena noche. Y es que mi cuerpo no se acostumbra al calor y la humedad y mi cerebro no es capaz de ignorar los millones de insectos nocturnos que quieren hacerme compañía dentro de la mosquitera. Apenas cuento con ropa limpia (la que he podido lavar de nuevo en el río) y he agotado el repelente de mosquitos.

Llega el momento de despedirme de los Machacuyacu, no sin antes disfrutar de un desayuno más a base de arroz, yuca y huevos.

Daniel me acerca a Tena para lo que hacemos autostop, es una práctica muy habitual por aquí. Acudimos a la oficina de turismo comunitario para que recupere mi mochila. Ya con ropa limpia en mi poder me aseo y me cambio pero a los diez minutos estoy otra vez empapado en sudor.

Consigo rápidamente un billete de autobús para Quito ($6), serán algo más de cinco horas de viaje por paisajes espectaculares. Atravesamos grandes bosques, impresionantes gargantas y cascadas y se vislumbran lejos de la carretera pequeñas comunidades salpicadas por el inmenso amazonas.

A mitad de camino las fuerzas de seguridad nos hacen un control, mi mochila no se atreven ni a abrirla. El descontrol y desorden dentro de ella es ya considerable.

Llego a Quito bastante cansado a última hora de la tarde. Digamos que he pasado la mayor parte de la jornada en un autobús escuchando reggeatón, ballenatos y de vez en cuando «heavy»… aquí se escucha Mago de Oz, sus primeros discos, llama mucho la atención.

En la capital sigue haciendo calor, pero es seco, por lo que, al fin, dejo de sudar.

Me toca evitar el enésimo intento de timo. Me quieren cobrar un dolar por el trayecto del autobús interurbano de Quitumbe a la Terminal Norte que son $0,50. Tener cara de extranjero es sinónimo de que te intenten cobrar siempre algo más. Lo malo es que lo ven como algo normal.

Tomo un taxi ($2) hasta la casa de Ceci (la madre de Adrián) que de nuevo se ha ofrecido a hospedarme en Quito. Me espera en la cena un lenguado con arroz, cocacola y pan. Solo he pasado dos días y medio con los Machacuyacu y esto me parece un lujo. La ducha caliente y la ropa limpia superan aún más esta sensación.

Salgo a dar un paseo por la zona. Es un barrio muy tranquilo, de casas la mayoría en construcción de ecuatorianos que viven y trabajan en Europa y mandan su dinero para hacerse una vivienda digna para el futuro. Entro a consultar internet ($0,60) y dar noticias de mi estado para la familia y amigos.

Después de pasar un largo rato hablando de mis últimos días por esta tierra vamos a dormir. Caigo agotado en la cama, hoy sin mosquitera y sin mosquitos, sin repelente y con luz que encender cuando vaya al baño…

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