Jueves, 20 de Enero de 2011.
Salimos de Latacunga dirección al Parque Nacional del Cotopaxi para seguir con nuestras excuriones ecuatorianas.
Paramos a desayunar en un bar al pie de la panamericana, pan tostado, café con leche y jugos (zumos con leche en lugar de agua – $3,50).
Antes de acceder al parque fuimos a la zona recreativa de El Boliche donde se encuentra una de las estaciones de la línea de ferrocarril en rehabilitación. Esta vía discurre a lo largo de la geografía ecuatoriana y por el momento con fin exclusivamente turístico. Una especie de tren-autobus a gasolina (autoferro) hace el recorrido que incluye comidas, visitas y alojamiento en un paquete de uno o varios días.
En el área recreativa encontramos un pequeño centro de interpretación con información de la fauna y flora de la zona, además de algunas llamas (quizá alpacas o vicunas, no soy capaz de distinguirlas) en cautividad.
Después de coger fuerzas nos dirigimos al fin a la base del volcán Cotopaxi. Para entrar en el parque ($2), por ser extranjeros nos exigieron la contratación de un guarda, regateando, como no ($8). El hombre, un trotamundos nativo que nos transportó en su 4×4, nos contó multitud de desventuras de su vida y curiosidades de la zona, por lo que al final resultó un grata imposición.
No tuvimos suerte con el tiempo y la cima del Cotopaxi se cubrió de nubes, por lo que no pudimos realizar la ascensión. Nos quedamos a sus pies visitando las limpias lagunas del parque, observando fauna y flora y escuchando las ocurrencias de nuestro guía particular.
Antes de que oscureciera (aquí a las seis de la tarde se va haciendo de noche) nos dirigimos hacia Quito, donde nos despedimos ya de Patricio y Vero, magníficos anfitriones. Iris, Davi y yo buscamos un hostal ($9,50) en la Lonely y acabamos en una suerte de hospedaje regentado por un suizo en el centro de la capital ecuatoriana.
Cenamos pues a la europea (Spaguetti bolognesa – $7) y dedicamos un rato a preparar en internet las actidades a realizar los próximos días ya por separado. Iris y Davi se dirigirían a ver aves a Mindo y luego a Las Galápago y yo patearía Quito para luego volver a Ríobamba a pasar el fin de semana con Sergio y dirigirme después hacia el este buscando El Amazonas.
estaba muy bonito el boliche