Un poco antes de que el reloj marcara las seis de la tarde pusimos rumbo a Pucela. No es un viaje muy largo, tampoco es que sea un paseo pero Fran me lo propuso… y para allá que nos fuimos.
Sobre las ocho ya estábamos allí, aparcando a escasos metros del pabellón (amplio aparcamiento y cercano, si señor) y después de reunirnos con Sergio y Álvaro (los Ramos) nos dirigimos raudos dentro. El mismo paripé de siempre: Cacheo, requisar botellas… En fin, al menos no nos quitaron los bocadillos. ¡Ni que fuéramos delincuentes!
De lo mejorcito del partido el bocadillo de jamón. En la cancha, el Estu aguantó hasta la mitad del partido. Después, una defensa en zona del Fórum nos hizo "pupita". Ya no está Loncar (yo sí te echo de menos) para, al menos, hacer que el rival se piense hacer esta defensa o no. Ni Pancho es Stojakovic ni Miso es Baron Davis, una zona, hoy por hoy, nos destroza.
Los jugadores se vienen abajo rápido. Azofra está cabreado, CJ desganado, otros muchos desacertados y Orenga solo parece que pague el pato con los jóvenes, Chimpa y Sergio se llevan todas las broncas. Jasen cada vez peor (y empezó muy bien) y sólo se salvan McDonald y Miso (los últimos partidos).
La clasificación para la copa del Rey está realmente cruda, mejor decir imposible. A tres partidos y un mundo en basket-average, con cuatro sólo por disputar, será mejor ser realistas y mirar hacia abajo, a un partido está la LEB… y el Fórum ya nos ha metido -13 al basket-average.
Fin del partido. Los jugadores se dirigen cabizbajos al tunel de vestuarios. Sólo Suárez se acuerda de nosotros, ahí arriba, con 200 km en las espaldas (y otros tantos que tendremos de vuelta) y que, a pesar de ver como tu equipo es barrido por un equipo con solo tres victorias, se han tirado casi dos horas animando sin parar.
A la salida, repetimos ritual futbolero. No nos dejan salir para evitar incidentes… ¿creen que me voy a pegar con alguien porque el equipo que me lleva de aquí para acá pierda? Qué poco conocen el mundo del basket. Quizá los aficionados del Nuevo Zorrilla con su perenne pancarta de "peste bética" sí merezcan ser llevados cual rebaño, nosotros no, gracias.
Al fin, vuelta tranquila hasta Madrid. A las dos de la mañana en la cama.
No se puede ganar siempre.